Luego de que el papa Francisco realizara fuertes críticas contra el régimen de Nicaragua, calificándolo como una “dictadura grosera”, el presidente del país centroamericano, Daniel Ortega, ordenó la suspensión de las relaciones diplomáticas entre su Gobierno y el Vaticano.
De acuerdo con el sitio web Confidencial, a cargo del periodista nicaragüense exiliado Carlos Fernando Chamorro, la decisión fue tomada horas después de que fuera publicada una entrevista de Infobae en la que el pontífice compara al régimen socialista de Ortega con el de Adolfo Hitler.
Según el citado medio, el representante de la Santa Sede en Managua ahora cuenta con una semana para abandonar la capital nicaragüense.
Con esto, el Gobierno de Ortega se une a otras 13 naciones que no mantienen relaciones diplomáticas con el Vaticano, entre las cuales se encuentran Vietnam, Corea del Norte, China, Laos, Somalia, Omán, Mauritania, Maldivas, Islas Comores, Brunéi, Afganistán, Arabia Saudita y Bután. Situación que enfrenta la Iglesia Católica en Nicaragua, donde ha sido atacada desde hace tiempo.
“Con mucho respeto, no me queda otra que pensar en un desequilibrio de la persona que dirige a esa nación. Es una cosa que está fuera de lo que estamos viviendo en la actualidad, es como si fuera a traer la dictadura comunista de 1917 o la hitleriana del 35, traer aquí las mismas, son un tipo de dictaduras groseras”, declaró.
Durante los cinco mandatos que ha ejercido Ortega desde el 2007, se han registrado más de 400 ataques en contra de la Iglesia Católica en el país.
Entre estos ataques se encuentran el encarcelamiento del obispo Rolando Álvarez, la prohibición de procesiones de Semana Santa, el cierre de varias emisoras de radio católicas, el encarcelamiento de varios sacerdotes y la expulsión 16 monjas de la orden de las misioneras de la Madre Teresa de Calcuta.
La relación entre el Vaticano y Nicaragua ha sido complicada desde hace décadas, pero empeoró luego de las protestas ocurridas en 2018, cuando alrededor de 400 personas perdieron la vida.
Las manifestaciones se llevaron a cabo para protestar en contra de las reformas hechas al seguro social, y durante estas, la Iglesia actuó como mediador entre ambos bandos, pero fue apartada posteriormente de la discusión.
