El régimen y el turismo ¿Qué pasa cuando se apuesto todo al caballo equivocado?
El gobierno no sabe qué hacer ahora, pues la gallina de los huevos de oro, la cual fue explotada por décadas, está por agotarse

La crisis económica que azota a Cuba desde hace años no ha hecho otra cosa que empeorar, algo que ha afectado también al turismo internacional. Mientras esto significa un duro golpe para cualquier país, para Cuba representa uno devastador, pues, desde hace décadas, el régimen castrista le ha dedicado todos sus recursos a este sector.
Mientras la mayoría de los edificios en la Isla se caen a pedazos, el gobierno castrista se aseguró de que los hoteles de lujo en el país se encontraran en condiciones impecables, dedicándose a construir cada vez más centros turísticos al mismo tiempo que le aseguraba a su población que los materiales para construcción estaban ausentes en el país, escudándose tras su desgastada excusa del “bloqueo”.
A lo largo de los años escribiendo para un medio independiente, uno no puede evitar notar los repetitivos patrones, pues, al mismo tiempo que las autoridades anunciaban con bombo y platillo la construcción de un nuevo hotel o la inauguración de unas cuantas decenas de habitaciones nuevas (las cuales terminarán sin poder llenarse en el año), también lamentaban el hecho de que varios alimentos no podían entregarse en la canasta básica, o la desaparición de múltiples medicamentos en las farmacias de la Isla.
Estas malas noticias vienen acompañadas de lo mismo, un compromiso por mejorar la situación y la promesa de que esto no se vuelva a repetir una tercera, cuarta o hasta una quinta ocasión.
La situación se torna más frustrante cuando se investiga un poco y se descubre que, con el dinero que el régimen despilfarra en el sector turístico, este podría solucionar una buena cantidad de problemas que afectan a diario a los cubanos de a pie.
Expertos han calculado que, desde 2018, año en el que fue colocado en el poder el designado presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, el régimen ha invertido más de 500 millones de dólares en la construcción de decenas de hoteles de lujo, esto mientras dedica una ínfima parte de su presupuesto a dar mantenimiento al sistema eléctrico del país.
Actualmente, en pleno 2025, los resultados no pueden negarse ni por el más ciego defensor de la dictadura, con apagones que duran hasta 18 horas al día, mientras gran parte de las centrales termoeléctricas del país están fuera de servicio por averías, falta de combustible y presuntos trabajos de “mantenimiento”.
Las cifras compartidas por las autoridades dejan en evidencia una estrepitosa caída en el turismo hacia la Isla. Los medios oficialistas hacen todo lo posible por minimizar la situación, recordando que los números representaban una ligera mejora con respecto al año anterior, pero evitan mencionar que estos visitantes son solo una fracción de lo que Cuba veía antes de la pandemia del COVID-19.
Todo apunta a que el régimen cubano no sabe qué hacer ahora, pues la gallina de los huevos de oro, la cual fue explotada por décadas, está por agotarse, todo mientras aquellos en el poder se dan cuenta de que no aprovecharon esos años de ganancias para preparar un “plan B” en caso de que la gente decidiera buscar otro lugar para vacacionar y en donde gastar sus codiciados dólares.
Ahora, en ese aparente final, quien termina pagando los platos rotos por esta arriesgada apuesta es el mismo pueblo cubano, el cual, siendo honestos, jamás vio nada del dinero que el turismo trajo a la Isla durante sus mejores años.