Difícil, o casi imposible, no haber entrado en una casa cubana y haber hallado en la despensa, en la mesa del comedor o en cualquier rincón de la cocina el famoso set de platos y tazas de color ámbar, marca Duralex.
Sin embargo, ¿cuánto se sabe de la historia detrás de estas vajillas prácticamente irrompibles?
¿Vosotros también conocéis a alguien que tenga esta vajilla? pic.twitter.com/maCGcftw3z
— ＭＡＬＨＥＬＬＦＩＣＡ (@Malhellfica) February 19, 2020
De acuerdo con reportes del diario español Verne, Duralex —de origen francés— comenzó a comercializarse en 1945. La propia marca presumía en sus publicidades de la increíble fortaleza de los platos y tazas, gracias a su material: el vidrio templado. “Resiste a los golpes y pasa del agua hirviendo a la fría sin riesgo de rotura”, anunciaban.
“Es un vidrio mucho más resistente y que, en caso de romperse, lo hace en bolitas, evitando así que te puedas cortar”, explicó al medio Isabel Campi, presidenta de la Fundación Historia del Diseño.
Campi, natal de Barcelona, también asegura recordar a la perfección “aquel primer vaso transparente con forma de barril y dos aristas que le cruzaban en medio para reforzarlo”, además del plato que tenía forma de “margarita”.
Sin embargo, la especialista no conoce la fecha exacta de cuándo empezó a venderse en España, pero sí rememora a su familia y otras tantas catalanas durante la década de los cincuenta desplazarse a Andorra para comprarla.
“Eso era muy típico cuando querías comprar algún producto francés que todavía no podías encontrar en las tiendas de aquí”, cuenta. “Luego se empezaron a comercializar, por ejemplo, en las tiendas Gerplex”.
El vidrio templado fue descubierto por la empresa francesa Saint-Gobain en 1939, aunque en un primer momento estuviera destinado a fabricar lunas de automóviles. No obstante, el inicio de la Segunda Guerra Mundial lo convirtió en un nuevo producto destinado, sobre todo, a las familias más humildes.
¿Y tú? ¿Tenías (o tienes) por casa una vajilla Duralex? ¿La sigues usando? ¿La clásica, la ámbar o la verde? Si quieres, desempolva tu vajilla y mándanos una foto como esta de nuestra compañera @mluzpeinado pic.twitter.com/RTrSSTGWAi
— verne (@verne) February 27, 2020
“Era un producto barato, de hogares obreros y para uso diario”, comenta la presidenta de la Fundación de la Historia del Diseño.
Si se considera el alto salto migratorio que hubo, durante este periodo, a varias regiones de América Latina y el Caribe —como Cuba—, se podría entonces tener una primera aproximación de cómo llegaron estas vajillas a la Isla.
Más tarde, a aquellas primeras vajillas transparentes de Duralex se sumaron las versiones en verde y ámbar. “En España fue toda una revolución porque, hasta entonces, se utilizaban vajillas de loza y porcelana que después quedaron relegadas únicamente a las ocasiones especiales (…) las de Duralex aguantaban más trote”.
En 1963 Saint-Gobain abrió en España la empresa Vidriería de Castilla e inauguró ese mismo año su fábrica de vidrio en Azuqueca de Henares, Guadalajara. Así, los platos de Duralex entraron en todos los hogares ibéricos, hasta el punto de que se identificaban con los “avances modernizadores de la sociedad”.
“Esta vajilla y otros diseños extranjeros, como las medias de nailon, que también aparecieron por aquella época, simbolizaban el progreso”, añade Campi.
Lamentablemente, a finales de esa década la compañía entró en declive. “Acabamos un poco hartos de Duralex, era la tónica de siempre: los mismos vasos y platos a todas horas y en todos lados. Yo creo que nos aburrimos y los dejamos de comprar”, dice Campi.
Aunque la empresa estuvo a punto de cerrar en 2008, fue precisamente la crisis económica global la que la salvó: “las familias vuelven a necesitar gastar lo menos posible”.
En la actualidad, esta vajilla se sigue siendo comercializada. Basta con escribir Duralex en Google para encontrar un buen número de tiendas que venden vasos, platos, fuentes y otras piezas de la marca, a un precio económico.
A la par, las piezas de Duralex también han llegado a los museos. El primer modelo de vaso está expuesto de manera permanente en el Museo de Artes Decorativas de París. Incluso, la tienda del MOMA, en Nueva York, vende una edición de varios colores.
