El pasado miércoles falleció a los 88 años el caricaturista argentino Joaquín Salvador Lavado, mejor conocido como Quino. El maestro del dibujo alcanzó la fama mundial por su personaje Mafalda.
La noticia fue confirmada por Daniel Divinsky, su histórico editor y propietario de Ediciones La Flor, a través de las redes sociales. La publicación se viralizó en cuestión de segundos. “Toda la gente buena en el país y en el mundo, lo llorará”, escribió en Twitter.
Tras su deceso, artistas, intelectuales, celebridades y lectores de todo el mundo se hicieron eco de su desaparición física. En los múltiples mensajes de despedida, sus seguidores recordaron y aplaudieron su agudo sentido del arte humorístico.
Como una ironía del destino, Quino murió al día siguiente del 56 aniversario de la primera tirada de Mafalda en la revista Primera Plana. Como homenaje, a este historietista argentino decidimos compartir cinco datos curiosos de su personaje más célebre y querido. Esa niña odiaba la sopa, amaba a los Beatles y al Pájaro Loco.
Un dibujo para anunciar electrodomésticos
En 1963, luego de que Lavado publicara su primer libro de humor gráfico titulado “Mundo Quino”, se le pidió diseñar una familia de personajes para promocionar los electrodomésticos Mansfield, de la firma Siam Di Tella, en una tira de diario.
La niña, entonces, recibe el nombre de Mafalda, por uno de los personajes de la novela “Dar la cara”, de David Viñas. Sin embargo, por razones ajenas al dibujante, la campaña publicitaria nunca vio la luz del sol y Quino guardó a la nena en el cajón. Unos meses después, cuando le piden publicar una tira en el semanario Primera Plana, es que Mafalda comienza su carrera a la fama. El resto es historia.
Vecina de San Telmo
El edificio donde vivió Mafalda, existió y continúa existiendo hoy en día. El inmueble se ubica en el barrio porteño de San Telmo, en el número 371 de la calle Chile, muy cerca del hogar de Quino. Incluso, cuenta con una placa en homenaje y una escultura en tamaño real de la niña —del artista Pablo Irrgang—, que se ha convertido en punto de preferencia de los turistas que arriban a Buenos Aires.
Quino también se inspiró en la panadería del padre de un amigo, para dibujar el almacén de Don Manolo.
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No apta para niños
La crítica que emanaba de los perspicaces diálogos de Mafalda no siempre fue bien recibida por algunos sectores. En España —por ejemplo— la dictadura franquista obligó a los editores a colocar una franja en la portada del primer libro que leía “para adultos”. La pequeña también tuvo que enfrentarse a la censura en otros países, como Bolivia, Chile y Brasil.
“De entrada nomás la tuve”, contó una vez Quino. “Me decían: ‘Pibe, chistes contra la familia no, militares no, desnudos no. Yo nací con autocensura”.
Felipe vivió en Cuba
Felipe, el mejor amigo de Mafalda que tanto le gustaba fantasear, jugar a ser El Llanero Solitario y retrasar todo lo posible los deberes de la escuela, realmente existió.
El niño de dientes de conejo, cara alargada y pelo despeinado, está inspirado en el periodista argentino Jorge Timossi, quien trabajó en la agencia cubana Prensa Latina y fue un buen amigo de Quino.
“Cuando estuve en Argelia me cayó el primer cuaderno de Mafalda”, relató Timossi en una entrevista concedida al diario Perú21 en 2011, antes de morir. “Yo lo vi y pensé, aquí hay algo familiar. Poco después, en Chile, me cayó una dirección suya y le mandé una tarjeta de presentación mía en la que le puse: ‘Quino, confiesa, hijo de p…‘. Y a vuelta de correo, me llegó un afiche con Felipito, que decía ‘justo a mí me toca ser como yo‘”.
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Mafalda, hasta en la sopa
Sin lugar a dudas, Mafalda aparece hasta en la sopa. Más allá de que sus libros se hayan traducido a una treintena de idiomas, la “pibita” cuenta con múltiples homenajes entre esculturas y murales.
Por solo mencionar algunos ejemplos, en el barrio de Colegiales, Buenos Aires, hay una Plaza Mafalda. Bajo tierra, en la estación de Subterráneo de Perú, en la capital argentina, hay un mural de “El Mundo Según Mafalda”. Asimismo, en el metro de París, en la estación Argentine, Mafalda observa atenta desde un mural a figuras de la ciencia, la política o las artes de su país, como Jorge Luis Borges.
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