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Así honraron a la Virgen de Guadalupe miles de fieles durante su visita a la Basílica

Con gran emoción y movidos por la fe, sin importar la distancia, el agotamiento físico o el frío, miles de personas, provenientes de distintos rincones del país, fueron llegando desde horas tempranas de este jueves, 12 de diciembre, hasta el santuario religioso más famoso del mundo.

Santuario que cuenta actualmente con más de 20 millones de visitas al año, sólo superado hasta ahora por la Basílica de San Pedro en el Vaticano.

En horas de la medianoche. los cientos de fieles que arribaron a la Basílica de Guadalupe, comenzaron a cantar juntos, las tradicionales mañanitas, a la Virgen de Guadalupe, en el 488 Aniversario de sus Apariciones en el Cerro del Tepeyac.

“¡Desde el cielo una hermosa mañana, La Guadalupana, La Guadalupana, La Guadalupana…! “, así cantaban y cantaban y así continuaron durante todo el día, tarareando esta hermosa canción, a medida que otros, devotos como ellos, iban llegando hasta allí para venerar a la virgencita.

El recinto Mariano estaba repleto de devotos que llegaron allí por diferentes motivos, unos cumpliendo una manda por la curación de una enfermedad y otros llevados solamente por el deseo de formar parte de esta celebración. Sin embargo, la pasión con que entonaron las mañanitas en la fiesta de la Morenita del Tepeyac, hacía que el por qué o el cómo habían llegado hasta allí no importara en lo absoluto.

Peregrinos con las rodillas sangradas por su sacrificio en pago de un milagro, otros que llegaron caminando, motocicletas, bicicleta o camiones repletos de la familia y vecinos unidos por una misma fe, exclamaban una y otra vez, con inmensa emoción “¡Viva la Virgen Guadalupe!”, “¡Viva la Virgen Guadalupe!, “¡Viva la Virgen Guadalupe!

Como muestra de su solidaridad, muchas personas se acercaban a los devotos, con obsequios, alimentos y cobijas para de alguna forma reconocer el haber cumplido con su misión.

Como cada año, los peregrinos celebraron el día de la morenita, a quien le atribuyen toda clase de milagros a lo largo de sus vidas, con lágrimas en sus ojos, oraciones y absoluta devoción, lo cual dejó una huella en el corazón de todos los que tuvieron la oportunidad de estar cerca de ellos.

Extranjeros también visitaron el recinto Mariano, algunos movidos por su fe, otros para apreciar el sacrificio de aquellos creyentes que llegan con rostros cansados de su largo trayecto para venerar a la morenita del Tepeyac.

 

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