Cuba rompe récord de “Rueda de Casino” en evento pagado por el régimen
El gobierno, que afirma no tener dinero para las necesidades básicas de su gente, consiguió transporte y ropa para más de 3.000 bailarines
En medio de la crisis económica, energética y sanitaria que vive Cuba, el régimen organizó una actividad con miles de personas, con la intención de romper un récord mundial de “Rueda de Casino”.
La tarde de este domingo 5 de mayo, las autoridades llevaron a casi 3.000 bailarines al malecón de La Habana, donde se juntaron para romper la marca de la mayor cantidad de personas bailando el mencionado estilo al mismo tiempo.
El evento se celebró en el marco del Día Nacional del Son, y contó con la participación de más de 2.900 bailarines, provenientes de toda la Isla, y aunque no se especificó cuál sería el pago que recibirían, es claro que representaron una inversión por parte de la dictadura, entre vestuario, accesorios y transporte.
Según Luis Llamo Castillo, considerado el embajador del Son en Cuba, los bailadores de casino “vislumbran soluciones más allá de adversidades, contagiando a todos con su mágico ritmo”, imagen con la que el gobierno pretende vender el proyecto.
Y es que el evento busca inscribirse en los Récord Guinness en noviembre próximo, como parte de la iniciativa Proyecto Internacional “Retomando el Son Bailando Casino”, un método de propaganda oficialista que vende la imagen cultural de Cuba y enmascara las necesidades del país.
Celebrado en la Plaza La Piragua, el evento contó con el apoyo de varias instituciones estatales, que no repararon en gastos para la organización, con camisetas personalizadas, y transporte para los miles de involucrados, entre bailarines, fotógrafos, coordinadores, todo en plena crisis de escasez de combustible.
El evento muestra una vez más las prioridades del gobierno, que se esfuerza en mantener la imagen de una economía sana y normal que tiene espacio para actividades culturales, mientras sus habitantes luchan contra las carencias de lo más básico, sin transporte público y en ocasiones sin ambulancias, sin alimentos tan básicos como la leche para los niños, y con apagones continuos.