Cubano que pasó 7 días a la deriva con menor desaparecido relata su hitoria
Según explicó, ambos salieron por separado a pescar, pero fueron arrastrados por la corriente y terminaron enfrentando la odisea juntos
Una pesadilla en alta mar se convirtió en una lección de supervivencia para dos pescadores cubanos que pasaron una semana a la deriva antes de ser rescatados por un barco en aguas cercanas a las Bahamas.
Carlos Francisco Rodríguez González, de 55 años y residente en La Habana, junto al joven Yusuan Fundora Massaguet, de 15 años, fueron hallados el 23 de enero tras una angustiante odisea.
Rodríguez, quien se dedica a la gastronomía, y el adolescente, quien era un pescador aficionado, fueron llevados a la ciudad de Matanzas, donde recibieron atención médica en los hospitales Faustino Pérez y Pediátrico Eliseo Noel Caamaño, respectivamente.
El caso, que generó gran conmoción, pues las familias de ambos los reportaron como desaparecidos a los días siguientes.
De acuerdo con lo relatado al periódico estatal Girón, la noche del 16 de enero, sin imaginar lo que les esperaba, ambos pescadores salieron por separado a faenar en la Playa del Chivo, ubicada en la bahía de La Habana. Rodríguez relató que la corriente los arrastró mar adentro cuando intentaba ayudar al joven, quien se acercó a él en otra embarcación para aprender a capturar un pez de mayor tamaño.
La situación se agravó cuando las aletas de nadar de Rodríguez se rompieron y quedaron a merced del viento y la marea.
“El chamaco tampoco tenía experiencia. Nos vencieron la corriente y el cansancio”, explicó.
Durante la primera noche en altamar, la embarcación del adulto se partió, por lo que ambos tuvieron que compartir el “corcho” del joven, una balsa rústica de poliespuma con espacio reducido.
“Al final, tuvimos que ponernos en una posición en la que no podíamos ni movernos: él con la cabeza p’acá y yo p’allá, casi que uno abrazado al otro”, describió.
Con escasos recursos, los dos pescadores tuvieron que ingeniárselas para sobrevivir. Sin agua potable, se vieron obligados a consumir pescado crudo.
“Al otro día de estar a mar abierto, tiré un anzuelo pelado y se enganchó un dorado. Con el cuchillo le sacamos la bandita, lo pusimos en el corcho para que se secara un poco, y así crudo nos lo comimos”, relató Rodríguez, quien agregó que el joven llegó a beber agua salada por la desesperación.
La situación se tornó más angustiante cuando comenzaron a ver tiburones rondando la zona. “No se podía meter el pie en el mar, porque había muchos tiburones. Más miedo tenía a morir ahí deshidratado que mordido por un tiburón”, confesó.
La situación se volvió crítica cuando la embarcación se alejó cada vez más de la costa. Intentaron pedir auxilio a los cruceros que pasaban cerca, pero sin éxito. La desesperación se apoderó del joven, quien incluso pensó en rendirse.
“El chamaco en algún momento incluso me dijo que quería tirarse la soga, que ya no daba más. Y yo no lo dejé desistir”, contó Rodríguez.
Finalmente, el 23 de enero, la corriente los acercó a un barco, y la pareja logró llamar la atención de la tripulación.
“Empezamos a gritar a todo pulmón: ‘¡Auxilio! ¡Auxilio!’. Alguien se asomó y llamó al capitán. Pleno mar abierto. Y esa soga que nos lanzaron fue salvadora”.
Tras el rescate, ambos fueron trasladados a Matanzas, donde recibieron tratamiento médico. Rodríguez sufrió quemaduras superficiales debido al salitre y la exposición prolongada al sol. Pese a la cobertura mediática que se le ha dado al caso, la prensa estatal no proporcionó información detallada sobre el estado de salud del menor.