¿Qué acabará primero: los apagones en Cuba o las burlas de Díaz-Canel?
El mandatario lanzó un innecesario comentario tras el último apagón, y da la impresión de sentirse demasiado amparado por la paciencia del pueblo cubano
El pasado 14 de marzo, el Sistema Electroenergético Nacional (SEN) de Cuba sufrió uno de sus acostumbrados colapsos, causado por una de sus acostumbradas sobrecargas derivada a su vez de la costumbre del gobierno de sobrecargar un solo sector de su sistema con la generación para todo un país.
Cuba se quedó a obscuras esa noche, esta vez en su totalidad, algo menos acostumbrado, pues normalmente solo se queda a obscuras por partes, entre 6 y 20 diario, pero por partes.
Sin una justificación para este nuevo incidente, el gobierno salió al día siguiente a dar las explicaciones de siempre: no hay combustible, las plantas están averiadas, otras están en “mantenimiento” y lo único certero es que no hay suficiente energía para cubrir las necesidades de la población. La costumbre.
La noche transcurrió sin mayores complicaciones que la falta de energía eléctrica, el calor asfixiante y la preocupación por la pérdida de los únicos alimentos que las familias de a pie pueden conseguir en un país con aguda crisis alimentaria, escasez y un acaparamiento casi criminal destinado a satisfacer a los pocos extranjeros que todavía se atreven a visitar la Isla.
Y feliz por la falta de incidentes en medio de horas sin energía a nivel nacional, el gobierno, claro, no podía quedarse callado, pero ¿realmente era necesario regocijarse así en la pasividad de sus ciudadanos?
Fue el designado presidente Miguel Díaz-Canel quien salió a “agradecer” al pueblo de Cuba por su “comprensión”, como si la paciencia, o más bien, el estoicismo, con el que la población soporta la falta diaria de energía y todas las demás deficiencias de su sistema de gobierno fuera genuino fruto de la consideración y no del miedo que, por décadas, el mismo gobierno infringió en ellos.
“Gracias Cuba, por la comprensión en las horas de incertidumbre y malestar por la desconexión del SEN. Y gracias a los trabajadores y directivos de la Unión Eléctrica de Cuba, que lo enfrentaron sin un segundo de reposo. Seguimos con déficit, pero ya conectados”, escribió el actual suegro de Ana de Armas en sus redes sociales.
¿Era necesario?
En parte podría parecerlo, porque el agradecimiento da la imagen al exterior de que esta situación es normal y la inacción del pueblo es voluntaria. Por otra parte, parecer estar de más ante la indiferencia cada vez más evidente del extranjero para con Cuba.
La idea de que, en cualquier país, ya no digamos del mundo, de América, los ciudadanos se van a quedar callados e inactivos ante una falla de esta magnitud es difícil. La idea de que lo harán cuatro veces en menos de 6 meses, es completamente inconcebible.
Será demasiada la sombra del represivo régimen castrista que imperó entre los 60 y los 90, pero el pueblo cubano parece haber olvidado que la unión hace la fuerza, que evidenciar los hechos ya está al alcance, y que pocos o ningún cambio ocurren, ya no digamos en Cuba, en ningún lado, sin una acción que obligue a ello.
Díaz-Canel agradeciendo la “comprensión” de la gente, está en realidad agradeciéndoles por no reaccionar a las condiciones infrahumanas en que los mantiene, porque sabe que sus elementos no son suficientes para contener a todos si en algún momento se hartan lo suficiente. Es por completo también una burla a la certeza que tiene de que “su pueblo” va a seguir aguantando, sin importar la situación.
Porque si los hospitales no funcionan, si no hay ambulancias para atenderlos; si les venden comida en mal estado; si esa comida en mal estado fue destinada para bebés; si los turistas sí obtienen los servicios y alimentos de calidad que a ellos les niegan; o si la electricidad se va en todo el país por varias horas… la población lo va a “comprender” y no reclamar más que, si acaso, exhibiendo en redes su molestia, y eso, señores, sí debería dejar de ser costumbre.