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Recordando a las víctimas cubanas que fallecieron el 11 de septiembre

El incidente dejó una profunda huella emocional en el país, y le costó la vida a casi 3.000 personas, en un día que fue conoció como el martes negro

Este miércoles 11 de septiembre se cumplen 23 años del atentado terrorista contra el World Trade Center de Nueva York, que marcó para siempre la historia de Estados Unidos.

El ataque, en donde un tercer avión se impactó además contra El Pentágono, en Washington D.C., dejó una profunda huella emocional en el país y costó la vida de casi 3.000 personas, en un día que se conoció como el martes negro.

En punto de las 7:14 de la mañana, se impactó la primera aeronave contra una de las emblemáticas Torres Gemelas de Nueva York, edificios que albergaban oficinas, apartamentos y tiendas, cuyos asistentes perecieron bajo los escombros y en el incendio subsecuente.

La pérdida dejó destrozadas a miles de familias en el país, y con el paso de los años, se descubrió además que al menos siete de estas víctimas eran de origen cubano.

El caso más conocido fue el de Marco Motroni, un músico cubano de ascendencia italiana que era parte de la orquesta Novel, donde pasó más de dos décadas, promoviendo la música de la Isla.

El músico nació en La Habana en 1945, y salió de la Isla con solo 11 años. En su juventud, se graduó de la George Washington High School, en Manhattan. Aunque su familia lo sacó del país antes de que Fidel Castro llegara al poder, Matroni mantuvo sus raíces cubanas, algo que dejaba plasmado en su música.

Otra de las víctimas mortales cubanas que dejó el ataque de Al Qaeda fue Nancy E. Pérez, una mujer de 36 años residente en Secaucus, New Jersey.

La cubana laboraba para la Autoridad Portuaria de New York y New Jersey, llegó a los EEUU junto a sus padres y hermanas en 1970.

La tercera víctima conocida fue el cubanoamericano George Merino, de 39 años que residía en Queens y trabajaba para Fiduciary Trust International. Era originario de la provincia de Matanzas, y salió de la Isla en 1968.

Niurka Dávila, de 47 años de edad, fue otra de las lamentables víctimas. Ella residía en la Gran Manzana y era empleada de la de la División de la Autoridad Portuaria de New York y New Jersey.

La mujer consiguió empleo en la Autoridad Portuaria en 1985 con el nombre de Rosa Dávila, pero decidió cambiarse el nombre luego de que se naturalizara estadounidense.

La quinta víctima fue identificada como Juan La Fuente, un hombre de 61 años originario de Cienfuegos, quien decidió mudarse a EEUU poco antes de que Castro llegara al poder. Se sabe muy poco de este hombre, solo que residía en Poughkeepsie, New York, y trabajaba para Citibank.

La víctima cubana más joven del ataque resultó Carlos Domínguez, un hombre nacido en EEUU de padres cubanos, que falleció en el ataque terrorista a sus 34 años de edad.

El hombre laboró durante sus últimos años como técnico de Marsh & McLennan Cos Inc.

La última víctima, identificada como cubana, fue Michael A. Díaz-Piedra III, un hombre de 49 años de edad. Residía en la ciudad y fue el hijo de un hacendado cubano que fue exiliado de la Isla por órdenes del fallecido dictador Fidel Castro.

A más de 20 años del evento, que el país norteamericano usó para justificar la invasión de los países del Golfo Pérsico, el recuerdo de las víctimas sigue vigente en los corazones de los afectados.

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